CUENTOS

GATO CON RELACIONES
 (DIÁLOGOS ENTRE "UNOS ELLOS" Y "UNAS ELLAS")

ELSA BORNEMANN 

-Quisiera ser un mosquito
para estar siempre a su lado...
Detrás de ella volaría, 
zumbándole enamorado.

-Si tu fueras un mosquito
tendrías muy corta vida:
apenas te me acercaras,
 te echaría insecticida.

-Por verla a todas las horas
ando rondando su casa...
¡Todo el tiempo la vería...!
Adivinen qué me pasa.

-De día te veo, de tarde...
de noche... y ya no me "copa";
¡que es tanto lo que te veo...
que te veo hasta en la sopa!

-Por la ruta de mis sueño
pasa... y micorazón
"le hace dedo"... Ella no para.
Mi amorcito es un camión.

-¡Qué poca delicadeza!
¿Yo un camión? ¡Es un grosero!
Pero igual: para que sepa,
¡no será mi camionero!

-Ayer pasé por tu casa...
Me arrojaste unas frutillas.
Eran duuulces... ¡Quiero más!
Te lo pido de rodillas.

-Este muchacho está loco.
Ya le dije a mi mamá:
¡Si vuelve, le arrojo un coco,
un melón, un ananá!


El día que las abuelas perdieron la memoria

Oscar Salas
Hace mucho, mucho tiempo, el duende Brincatablón, que era tan pícaro y ladrón, les robó la memoria a todas las abuelas y corrió a esconderse en la cueva donde vivía.
Una vez allí, tomó la almohada de su cama y le sacó el relleno de lana. Volvió a llenala con su precioso botín y la coció.
Desde entonces, cuando se iba a dormir, escuchaba una historia diferente cada noche, proveniente de las memorias de las miles de abuelas.
Así, el pícaro duende pensaba tener cuentos para oír durante toda su vida.
¡Qué sorpresa se llevaron los chicos al día siguiente, cuando les pidierosn a sus abuelas que les contaran un cuento!
-¿Qué raro… no me acuerdo de ninguno! –decían las viejitas.
-¡Vamos, “abue”, aunque sea el mismo de anoche!
-¡Tampocolo recuerdo! –respondían ellas, sin comprender cómo, de un día para otro, habían olvidado todos sus relatos.
De nada sirvieron los jarabes que les recetaron los doctores ni los yuyos mágicos de las curanderas. Las abuelas no lograban recordar ni un solo cuento. Se acordaban de alguna que otra receta de cocina, de algún remedio para curar el empacho o de cómo bordar un mantel.
Pero ninguna de estas cosas les interesaban a los chicos.
Mientras tanto, el duende Brincatablón se la pasaba en el fondo de su cueva oyendo cuentos.
Había descubierto que, según en qué parte de la almohada pegaba la oreja, escuchaba un relato distinto.
En el centro, estaban las historias de piratas, que hablaban de tesoros escondidos, playas lejanas y rudos marineros.
Un poquito más arriba sonaban cuentos de hadas, con bosques encantados, dragones que echaban fuego y princesas prisioneras.
En la punta, donde se le formaba una orejita a la almohada, al duende se le hacía agua la boca oyendo fábulas de ciudades de caramelo, con torres de chocolate, lagos de almíbar y árboles de turrón.
Pero sobre la costura, el duende Brincatablón se cuidaba muy bien de no volver a poner la cabeza. Ahí, entre las puntas del hilván, había quedado cosida la memoria de una abuela que coleccionaba cuentos de terror.
Terribles fantasmas arrastraban cadenas por castillos embrujados en las noches de tormenta y… ¡Brrr! ¡Cosas que daban mucho miedo y provocaban pesadillas!
Desde que tenía su “almohada de cuentos”, como él decía, no hacía otra cosa que estar el día entero en la cama, empachándose con cuentos, caramelos y durmiendo.
Había engordado tanto, que casi no podía pararse para pasar el plumero o barrer.
En poco tiempo, la cueva se le llenó de polvo y telarañas. Y, lo que es peor, de polillas.
Las polillas le comieron la ropa, el mantel, el colchón… Y una noche, mientras dormía, el forro de la almohada.
Fue entonces…
… cuando las memorias escaparon y volaron a reunirse con sus respectivas abuelas.
Cuando el duende despertó y vió lo ocurrido, se enojó tanto con las polillas que estuvo toda la mañana persiguiéndolas y amenazándolas con ponerlas a contar cuentos por el resto de sus vidas.
Las abuelas recuperaron su memoria. Pero como se enteraron de que había sido el duende Brincatablón quien se las había robado, decidieron escribir sus historias en papel, por si alguna vez el pícaro ladrón volvía a hacer de las suyas.
Y así fue como nacieron los libros de cuentos.

FILOTEA
 de Ema Wolf

Filotea tenía que tomar una decisión importante.
-¿Me tiro o no me tiro?
Miró para abajo.
-¡Gggg! ¡Me da  vértigo!
Volvió a mirar.
-¡Gggggggggg!
Se dijo a sí misma: "Filotea, coraje".
Juntó las manos, cerró los ojos, apretó la respiración, tomó impulso y... no se tiró.
-¿Qué hago?
Se puso rodilleras, muñequeras, zapatos de corcho, un almohadon en el traste.
-Ahí voy. Uno dos, trr...
No fue.
-¡Es tan alto! ¿Y si me estrello? Necesito más protección.
Se puso un chaleco neumático, un casco, un paracaídas en la espalda. Lo último fueron las antiparras.
Entonces sí: pegó un envión y zzzzzzzz cayó planeando sobre la vereda sin romperse nada.
Las hojas como Filotea siempre exajeran un poco, pero al final, en el otoño, se animan y zzzzzz caen. 
    DICCIONARIO POR DALMIRO SAENZ

Acuario: Signo astrológico. El que nace en él casi siempre es un pescado.
 Anteojos: Adminícuo que a veces envejece a las mujeres, especialmente cuando uno se los pone.
Gifs Animados de Risas - Imagenes Animadas de RisasAtila: Gente como uno.
Autopista: Camino hacia la propia autopsia.
Bis: Análisis de orina repetido.
Bocina: Me suena.
Borrachera: No sé como me vino.
Buuuh: Sistema de dudosa eficacia para cazar hipopótamos, consistente en esconderse entre la maleza acechando el paso del animal. Cuando este llega se le grita "¡Buuuh!"; suegún los defensores de este sistema, con el susto desaparece el hipo y el pótamo se puede cazar con relativa facilidad.
Cadáver: Sujeto que si quiere salir del ataúd, va muerto.
Cebolla: Tubérculo cuyo strip-tease siempre queda en nada.
Cheque sin fondo: Cheque que en el fondo es bueno pero en el banco no.
Dementa: Pastilla loca.
Deudor: Persona que no está donde debe.
Diez: Número que si es sincero es como uno.
Elefante: Animal que si pisa a un misionero lo hace puré y si pisa al Papa lo hace puré de Papa.    
Espiritistas: personas de clase medium.
Fuga: en un descuido del guarda saltó de un tren ex preso.
Gato: Animal chico, por eso gatea.
Hernán: Lo Cortés no quita lo valiente.
Locura de amor: Lo cura el cura con el matrimonio.
Martes: Día que se va a la miércoles.
Ojos que no ven: Tropezón que se siente.
Pisada delatora: Huella de la vaca.
Rector: Funcionario loco de trabajo por tener las facultades alteradas.
Suela: Superficie que suelo apoyar sobre el suelo.
Tacita: Delicado elemento hogareño que tarde o temprano cumplirá una tácita cita con el suelo.
Torre de Pisa: Edificio con inclinación a fometar la fotografía y el turismo.
Estas son solo algunas de las definiciones incluidas al final del libro "Cuentos para niños pornográficos" de Dalmiro Saenz.

BARBANEGRA Y LOS BUÑUELOS
Ema Wolf

Lo que casi nadie sabe es que a bordo del barco del pirata Barbanegra viajaba su mamá. Doña Trementina Barbanegra –así se llamaba la señora- trepó por la escalerilla del Chápiro Verde una mañana en que su hijo estaba a punto de hacerse a la mar. Subió para alcanzarle el tubo de dentífrico concentrado que el muy puerco se olvidaba.
El barco soltó amarras y nadie notó sino hasta tres días después que la señora estaba a bordo.

-¡Madre! –dijo Barbanegra al verla.

-¡Hijo! –dijo Trementina.

Y se quedó.

El amanecer, el mediodía y el crepúsculo la encontraban en cubierta sentada sobre un barrilito de ron antillano atenta a los borneos del viento, vigilando el laboreo de las velas y desparramando advertencias a voz en cuello. Nadie como ella para husmear la amenaza de los furiosos huracanes del Caribe, a los que bautizó con los nombres de sus primas: Sofía, Carla, Berta, Margarita...

Mientras tanto, tejía. De sus manos habilidosas salían guantes, zoquetes de lana, pulóveres y bufandas en cantidad. Los hombres de Barbanegra, abrigados como ositos de peluche, sudaban bajo el sol del trópico. El jefe pirata impuso castigos severos a los desagradecidos que se quejaban.

La cosa es que Trementina estaba ahí: día tras día meciéndose a la sombra de la vela mayor con los pies colgando del barrilito y sermoneando al loro cuando no se expresaba en perfecto inglés. Pero además -y éste es el asunto que importa- la señora Barbanegra hacía buñuelos; que eran muchos, pero no tantos si se considera el peso de cada uno. La mayor parte se comía a bordo, el resto se cambiaba en las colonias inglesas por sacos de buena pólvora.

El último amotinamiento -lo mismo que los tres anteriores- se había producido a causa de los buñuelos. Un artillero veterano dijo que prefería ser asado vivo por los caníbales de la Florida antes que comer uno más de aquellos adoquines. Efectivamente, cuando lo desembarcaron en la Florida se sintió el más feliz de los hombres.

Más que comerlos, había que tallarlos con los dientes. Se sospechaba que estaban hechos con harina de caparazón de tortuga y al caer en el estómago producían en efecto de una bala de cañón de doce pulgadas.

A Barbanegra le encantaban.

En Puerto Royal compraron una partida de polvo de hornear para hacer más livianos los buñuelos, pero no sirvió de nada. La tripulación del Chápiro Verde había perdido todos los dientes. Ya nadie era capaz de sujetar el sable con la boca cuando saltaba al abordaje. Los hombres más rudos terminaron comiendo el pescado con pajita.

Barbanegra, en cambio, devoraba un buñuelo tras otro con formidable gula. Su madre, que vivía retándolo por esos atracones, terminó prohibiéndole que comiera más de cuarenta por día.
Hasta que sucedió lo que sigue.
Una madrugada de julio el vigía avistó un barco.
-Es francés- dijo Trementina Barbanegra sin levantar los ojos del tejido-. Les vengo diciendo que es peligroso andar por estos lugares.
¡Pero para qué! Si me hicieran caso... etcétera, etcétera...
En efecto: era la nave del capitán Jampier. El capitán Jampier no podía ver a Barbanegra ni en la sopa.
Los dos barcos se aproximaron amenazantes. Ninguno estaba dispuesto a rehuir el combate. Las tripulaciones hormiguearon por la cubierta amontonando municiones y afinando los trabucos.
-¡Te voy a hacer picadillo! –gritó el pirata inglés.
-¡Y yo te voy a hacer paté! –le contestó el francés.
Los hombres de uno y otro bando aullaron para infundirse coraje y meter miedo a la vez.
Cuando las naves estuvieron a poca distancia volaron los garfios de abordaje y en minutos las dos quedaron pegadas como siamesas.
Todos los franceses saltaron al barco inglés y todos los ingleses al barco francés.
Los capitanes entendieron que así no se podía pelear. Ordenaron a sus tripulaciones dividirse; la mitad de cada una volvió a su respectivo barco para iniciar el combate.
Y se inició.
Silbaban los sables. Tosían las armas de fuego. Sangraban los hombres por las narices y escupías muelas. Arreciaban los graznidos histéricos del loro y las protestas de mamá Trementina que trataba de proteger sus ovillos de lana. ¡La pelea era feroz! Barbanegra y Jampier, desde los puentes de mando, se medían
con la mirada. Lenta, sigilosamente, con movimientos de babosa, cada uno fue acercando la mano a la cintura donde guardaba la pistola.
En lo más recio del combate los piratas advirtieron lo que iba a suceder: sus capitanes estaban a punto de enfrentarse en un duelo personal. Dejaron de combatir. Todos los ojos en compota se posaron sobre esos dos demonios: Barbanegra y Jampier, Jampier y Barbanegra.
Durante cinco minutos nadie respiró.
La vista era demasiado lerda para percibir lo que pasó entonces.
Las dos pistolas hicieron fuego al mismo tiempo.
¡¿Y?!
Un aro voló de la oreja izquierda de Jampier y se perdió entre los atunes del fondo del mar.
¡Pero su bala había dado en el pecho de Barbanegra!
Ustedes pensarán: murió.
No, no murió.
¡Un buñuelo! ¡Un bendito y providencial buñuelo se interpuso entre la bala y su cuerpo! Debajo de la tricota de lana Barbanegra había escondido un buñuelo de los que preparaba su madre, robado de la cocina la noche anterior. Al chocar con él, la bala se deshizo como un supositorio de glicerina sin herir al pirata.
Los hombres del inglés aullaron de felicidad. Locos de contento vivaban a su jefe y bailaban en una pata aunque fuese de palo.
¡No lo podían creer!
Jampier no entendió nada, pero rabiaba. El combate se suspendió hasta nueva fecha y cada uno se fue por su lado.
Esa noche en el Chápiro Verde atronaron las canciones piratas festejando el episodio hasta que mamá Trementina mandó a dormir a todo el mundo.
Al día siguiente se creó la Orden del Buñuelo y desde entonces todos los hombres de Barbanegra llevaron uno colgado sobre el pecho.
Y dicen que eso los volvió invulnerables.

En "Barbanegra y los buñuelos" Ema Wolf, Los Libros del Malabarista 

Coplas de Navidad
María Elena Walsh

No sé de dónde vengo
y voy para Belén.
Belén está muy lejos,
hay que tomar el tren,
cruzar el mar, en coche,
después seguir a pie.
Belén no está lejos,
cerca está Belén.
Queda donde todos
nos portamos bien.
Se me ha perdido un niño
y no lo puedo hallar.
Lo andoy buscando a tientas
con gran necesidad.
Lo llamo y no contesta.
Yo llego y él se va.
El niño está cerca,
ahí nomás está,
durmiendo tranquilo
junto a su mamá.
Recuerdo que hace añares
solíamos jugar.
Los dos éramos changos,
pero una Navidad
me fui para ser grande
y ya no lo vi más.
Pero Él no se cansa
nunca de jugar.
Sigue siendo chango
para Navidad.
Le llevo mil regalos
en cajas de cardón,
y voy con mucho miedo
porque alguien me contó
que el chango amigo mío
ahora es gran señor.
No le lleves nada,
nada, por favor,
más que un paquetito
con tu corazón.

ADIVINANZAS Y COPLAS PARA COMPARTIR


No lo parezco y soy pez
y mi forma la refleja
una pieza de ajedrez
 
El caballito de mar

Con una cara colmada 
de honda preocupación,
puso atentas las antenas
y en su casa se metió.

El caracol

 Un señor que es rollizo
y que tiene dos orejas.
Cuenado pasa aplana todo,
ida y vuelta, ida y vuelta.

El palo de amasar

En "Adivinanzas para la lluvia" de Ángel Azarmendia, Atlántida, 2009.

Es tanto lo que te adoro
y tanto lo que te quiero
que si me sacan los ojos
te miro por los agujeros.

Contigo anoche soñé
y he pasado un mal rato.
Besaba tu cabellera
y era la cola de un gato.

En "Coplas con mate" de Ángel Azarmendia, Atlántida, 2009.  






A UN LUGAR

- Mamá, me voy a un lugar a hacer una cosa.
- ¿A dónde te vas?
- A un lugar… que queda por allá.
- Por allá, ¿es lejos?
- No… más o menos, no tan lejos; es cerca del coso.
- ¿Qué coso?
- Ese coso que una vez te contaba …
- No me acuerdo, Natacha.
- … dale, si yo una vez te dije y vos me dijiste, Bueno, andá.
- Pero ¿¡dónde vas a ir?!
- ¡Y, ya te dije, mamá! ¿¡o no me oíste!?
- Te oí, pero no entendí nada.
- Voy cerca de la casa de la nena.
- ¿¡Qué nena!?
- De ésa que un día me hizo un regalo.
- ¿Un regalo?, ¿cuál?
- ¡Ufa, no me acuerdo! … es esa que tiene el pelo todo así.
– ¿Enrulado?
- No, todo como así … ¡qué vive cerca de ese lugar que vimos una vez!
- ¿¡Qué lugar, Natacha!?
- Ése que queda cerca del quiosco que está a la vuelta de por allá, ése que tiene todo como una cosa así con colores y qué sé yo.
- ¿El quiosco de la esquina?
- No, uno que tiene un aparato que da vueltas …
- ¿La maquinita que da caramelos?
- ¡No! ¡Nada, pero nada, pero nada que ver! ¡Uno que da vueltas, mamá!
- No sé, Natacha, en un quiosco algo que da vueltas… qué sé yo qué será.
- Bueno, pero vos dejáme.
- Está bien, pero ¿qué vas a comprar en el quiosco?
- No, en el quiosco no, yo voy como si fuera más al lado, más para allá …
- No sé dónde es, Natacha.
- Que uno vez vos me dijiste, Bueno, andá.
- ¡Sí, ya sé que te dije eso!
- Y bueno, entonces dejáme de nuevo y listo, para qué pegar tantas vueltas ¿no?

En "Natacha" de Luis María Pescetti

LA UNICA E INIGUALABLE 
MAFALDA

No existe un dia mas hermoso que el dia de hoy

La suma de muchísimos ayeres forma mi pasado. Mi pasado se compone de recuerdos alegres...tristes...


Algunos están fotografiados y ahora son cartulinas donde me veo pequeño, donde mis padres siguen siendo recién casados, donde mi ciudad parece otra.

El día de ayer pudo haber sido un hermoso día...Pero no puedo avanzar mirando constantemente hacia atrás. Corro el riesgo de no ver el rostro de quienes marchen a mi lado.

Acaso el día de mañana amanezca aún más hermoso...

Pero no puedo avanzar mirando sólo el horizonte. Corro el riesgo de no ver el paisaje que se abre a mi alrededor.

Por eso, yo prefiero el día de hoy. Me gustaría pisarlo con fuerza, gozar de su sol o estremecerme con su frío, sentir como cada instante me dice ¡¡¡Presente!!!

Sé que es muy breve, que pronto pasará, que no voy a poder modificarlo luego ni pasarlo en limpio...Como tampoco puedo planificar demasiado el mañana: es un lugar que todavía no existe.

Ayer fui. Mañana seré: Hoy soy.

Por eso hoy te digo que te quiero...

hoy te escucho...

hoy te pido disculpas por mis errores...

hoy te ayudo...

hoy comparto contigo lo que tengo...hoy me separo de ti sin guardarme ninguna palabra para mañana...

Porque hoy respiro, transpiro, veo, pienso, oigo, sufro, huelo, lloro, trabajo, toco, río, amo...

Hoy.


Hoy estoy vivo.


Como tú.

 


Elsa Isabel. Bornemann (1952-2013)


 SE ME LENGUA LA TRABA

Me han dicho que has dicho un dicho,
un dicho que he dicho yo;
ese dicho que te ha dicho
que yo he dicho
no lo he dicho.
Y si yo lo hubiera dicho,
estaría muy bien dicho
por haberlo dicho yo.

Paco Peco, chico rico,
insultaba como un loco
a su tío Federico.
Y éste le dijo: -Poco a poco,
Paco Peco, poco pico 

Si Pancha plancha
con ocho planchas,
¿con cuántas planchas
plancha Panchita?

La institutríz Miss Tretrís
ha pegado un gran traspié
por subir sl treinta y dos
en lugar de al treinta y tres.

Pepe el pirata
baila en una pata
pues viento en popa
se seca su ropa. 

EL QUE EMPEZÓ POR COMERSE LAS UÑAS
POR JAVIER VILLAFAÑE

Empezó por comerse las uñas
después se comió las manos
el codo
el hombro
la espalda
el vientre
las rodillas 
los pies.
Se quiso ir
y se buscaba en la silla
debajo de la mesa
en el ropero
detrás de la puerta
en la sombrade la pared
en la calle
y no estaba. 

En "13 de Espanto"


A REIRSE UN RATO CON GATURRO



 Algunas poesías cortas...

Para llegar

Aunque te acosen los odios
Debes seguir adelante.
Que el fracaso no te frustre
Ni te detengan pesares;
Perseverando, la cumbre
Más lejana es alcanzable;
Y, si el triunfo te mereces,
Pronto o tarde ha de llegarte.
Fe y voluntad ten en forma
Que nadie pueda acabarte.

José Luis Martini
"Panorama Poético Hispanoamericano 2"
 
¿Y tú?


Sí, yo me muevo, vivo, me equivoco;
agua que corre y se entremezcla, siento
el vértigo feroz del movimiento:
huelo las selvas, tierra nueva toco.

Sí, yo me muevo, voy buscando acaso
soles, auroras, tempestad y olvido.
¿Qué haces allí misérrimo y pulido?
Eres la piedra a cuyo lado paso.



Alfonsina Storni

"Van pasando mujeres y otros poemas"
COPLAS

ME GUSTA EL COLOR VERDE
PORQUE ES COLOR DE ESPERANZA.
ME GUSTAN LOS TALLARINES
PORQUE ME LLENAN LA PANZA

YO TENÍA UN CABALLITO
REDONDO COMO UNA BOLA,
CADA VEZ QUE ME SUBÍA
ME BAJABA POR LA COLA,

TODITOS LOS QUE NACIERON 
LOS DÍAS JUEVES
VIVIRÁN MUCHO TIEMPO
SI NO SE MUEREN.

EN LA ORILLA DE LA MAR
UN GORRIÓN AL SUSPIRAR
REPETÍA COMO UN LOCO
"YA NO PUEDO RESPIRAR".

EN EL MEDIO DE LA MAR
SUSPIRABA UN TERO TERO
Y EN EL SUSPIRO DECÍA
"¡QUÉ LINDO ES VIVIR SOLTERO!".


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